El modelo escandinavo de Estado del Bienestar se ha convertido en un referente como ejemplo de desarrollo económico y social de un país. Dentro de este grupo de países destaca Noruega en un estrecho corredor de tierra entre el Océano Atlántico y los Alpes Escandinavos. Es una región caracterizada por la pobreza de sus recursos naturales (solo recientemente el aprovechamiento de sus saltos de agua ha permitido convertirlo en una potencia en producción de energía hidráulica) y la escasez de tierras aptas para la agricultura. Sus exportaciones tradicionales se basaban en productos tan básicos como la madera o el pescado. A pesar de esta situación Noruega ha alcanzado un gran desarrollo económico, con un PIB per cápita de 79730 dólares supera con creces los 30630 que el Fondo Monetario Internacional estimaba para España en abril de este mismo año.
Frecuentemente surgen voces que tratan de desdeñar los logros alcanzados por la sociedad noruega asegurando que su éxito se basa en la exportación de petróleo y gas, el problema que presenta éste argumento es que no se puede obviar que ese gran desarrollo también se ha alcanzado en otros países nórdicos, Noruega no es una excepción aislada a su entorno. Por otro lado, es necesario clarificar que hace ya tiempo que se alcanzó el máximo en la producción de petróleo (aunque ha aumentado la producción de gas), en el año 2006, y sobre todo, que los beneficios obtenidos por esta industria no se gastar directamente, son invertidos en un fondo soberano propiedad del Estado noruego.
Los yacimientos de petróleo en el Mar del Norte fueron descubiertos en la Nochebuena de 1969. Se otorgaron concesiones a multinacionales petroleras pero el Estado siguió siendo el propietario de los recursos petroleros. El fondo no fue creado hasta 1990 y hasta 1993 no recibió la primera transferencia del Ministerio de Finanzas noruego. Desde ese momento el capital del fondo no ha hecho más que aumentar hasta convertirse en un importante actor en el mundo de las inversiones. El fondo tiene reglas éticas que guían sus inversiones, este mismo año se decidió que el fondo desinvertiría cerca de 13000 millones de dólares en compañías productoras de combustibles fósiles y haría una inversión considerablemente superior en energías renovables. Esta decisión se enmarca dentro de un amplio apoyo dentro del espectro político noruego a dar pasos en pos de la transición ecológica.
A pesar de este supuesto consenso político en torno a la economía verde en las pasadas elecciones locales el debate ecológico alcanzó relativa importancia. Los partidos del gobierno (liberales, conservadores y populistas de derecha) sufrieron una importante caída, pero sobre todo sufrió una caída el Partido Laborista de Noruega, la fuerza política que había ostentado tradicionalmente la hegemonía en la política noruega. Los socialdemócratas se dejaron en las elecciones 7,9 puntos frente a las pasadas elecciones locales, a pesar de esta caída mantendrán el poder en Oslo por los buenos resultados de los partidos protesta. El partido verde se convirtió en uno de los grandes vencederos de la noche, algo empañado por los buenos resultados de un partido en las antípodas de sus posiciones políticas. El partido anti-peajes tuvo un resultado espectacular en Bergen casi igualando a los laboristas. El debate parece haber llegado para quedarse y por mucho que los partidos tradicionales hayan tratado de adoptar el discurso sus principales proponentes gozarán de mayor poder local para intentar aplicar sus políticas. Las entidades locales tienen importantes competencias dentro del fuerte Estado de Bienestar noruego.
El Estado noruego ha tomado diversas medidas con el objetivo de avanzar en la transición ecológica, entre ellas destaca la promoción de los vehículos eléctricos como la existencia de estaciones gratuitas de carga en la calle. La venta de este tipo de vehículos supuso un 31,2% del total del ventas el año pasado, cifras muy por encima de las existentes en España cuyas ventas supusieron menos del 1%.
La posición noruega se mueve dentro de un pragmatismo que no carece de cierto componente hipócrita. Es verdad que, como ya se ha dicho anteriormente, los ingresos derivados de la explotación del petróleo no tienen un impacto directo en la economía, porque son reinvertidos en el fondo, pero no podemos olvidar los empleos generados por la industria y que los beneficios obtenidos con el fondo si llegan a reinvertirse en la economía noruega, en los últimos diez años el gobierno noruego ha triplicado las retiradas anuales del fondo. En este marco noruega aprovechas los beneficios obtenidos por la extracción del petróleo pero apuesta fuertemente por la transición ecológica, como se aprecia en la decisión tomada este año sobre la retirada de inversiones del fondo en combustibles fósiles. Podemos dudar sobre la conveniencia ética de esta situación, pero lo cierto es que Noruega se ha situado por encima de la mayor parte del resto de naciones europeas en la lucha contra el cambio climático y respeto al medio ambiente.
Bibliography
https://openaccess.nhh.no/nhh-xmlui/bitstream/handle/11250/166156/A02_08.pdf?sequence=1&isAllowed=y
https://www.imf.org/external/datamapper/NGDPDPC@WEO/OEMDC/ADVEC/WEOWORLD