“La memoria despierta para herir
a los pueblos dormidos
que no la dejan vivir
libre como el viento.”
– Canción “La memoria” de León Gieco
El pasado 24 de marzo Argentina cumplía con su cita anual más emotiva. El Día Nacional por la Memoria, Verdad y Justicia se ha convertido con los años en un día de reivindicación en el que las madres – ahora abuelas – de plaza de mayo dan una lección de coraje y valor en memoria de los 30000 desaparecidos en la dictadura de Videla (1976-1981), a la vez que denuncian las violaciones de Derechos Humanos que se siguen dando en la actualidad. Sin embargo, en la Argentina, la memoria histórica no es cuestión de un solo día conmemorativo. Se trata de un ejercicio diario que fluye por la cultura popular y es promovido desde todas las instituciones.
Esta historia de lucha comienza con un grupo de catorce madres que en el año 1977, en pleno inicio de la dictadura militar, se congregaron en Plaza de Mayo para exigir a Videla una audiencia en relación a los jóvenes que habían desaparecido desde el comienzo del régimen. Estas mujeres, que con los años fueron aumentando en número y simpatizantes, marchaban por el icónico centro de la capital cada jueves y fueron el germen de las posteriores Marchas de la Resistencia que desde el año 1982 se convocaron anualmente, como el máximo exponente de la reacción popular contra el régimen. Su labor durante la dictadura fue inigualable, pues si bien es cierto que muchos de estos jóvenes desaparecidos murieron a manos de los militares, otros tantos reaparecieron gracias a su lucha incesante. Con el tiempo, las madres de Plaza de Mayo se constituyeron como la cara más visible de una lucha histórica que pasó a formar parte de toda la sociedad.
Con la caída del régimen tras la guerra de Malvinas, se exigió el juicio de los crímenes lesa humanidad cometidos en el periodo anterior, tal y como se hizo en Alemania o Ruanda. En la Argentina no se dio una transacción de poderes entre los mandos militares y el nuevo ejecutivo, sino que la ruptura fue sin negociación y por lo tanto, sin ninguna garantía de amnistía. Lo que implicó miles de denuncias interpuestas contra las fuerzas armadas de todos los rangos, aunque finalmente se eximió a los mandos medios. Estos juicios se llevaron a cabo durante el período de Alfonsín del Partido Radical, pero no fue hasta 2002 que se instauró un día por la memoria histórica bajo el mandato de Duhalde (Partido Justicialista, heredero del Peronismo).
Todos estos logros fueron promovidos por una base social muy amplia -ya no eran solo un grupo de madres- que no dejó de reclamar justicia en ningún momento. Esto se vio reflejado en el mundo del arte, del cine y la literatura a nivel nacional e internacional. Las madres de Plaza de Mayo aún cuentan con asombro cómo el propio Sting las invitó a subir al escenario del estadio River Plate durante la gira de Amnistía Internacional en el año 1988, dando una mayor voz a su lucha por los Derechos Humanos. En lo que confiere al plano político, quizás el partido que más atendiera estas demandas fuera el Partido Justicialista, que gobernaba en el momento del golpe de estado y fue duramente reprimido en los años posteriores. Así vemos que durante el Kirchnerismo, el justicialismo estableció fuertes vínculos con la Asociación Madres de Plaza de Mayo. No hace falta más que visitar el café social que éstas gestionan a unos metros del Congreso de la Nación para encontrar pruebas de ello, pues en el centro del mural que destaca en el local, hallamos los bustos de Néstor y Cristina. Por cuestiones así, encontramos facciones diferenciadas dentro de las marchas del día 24 de marzo, si bien es cierto que la memoria histórica es defendida desde todos los colectivos.
En la actualidad, la Marcha por la Memoria, Verdad y Justicia es mucho más que el recuerdo histórico de lo que implicó la dictadura. Los errores del pasado enseñan cómo no se debe construir el país en el presente, y así lo reclaman los diferentes actores sociales, que durante la marcha hacen una lectura de la actualidad política y muestran su disconformidad con el gobierno actual. Así mismo, se reivindican los Derechos Humanos en un clima festivo que, lejos de transportarnos a los horrores de la dictadura, nos enseña a luchar desde la ilusión, la alegría y el coraje de esos jóvenes que en los años setenta quisieron cambiar el país.
Para cualquier español que tenga la suerte de poder pasar esta jornada en Buenos Aires, este ambiente supone un choque cultural muy grande. Si la memoria de 30000 desaparecidos en una dictadura de 7 años es capaz de unir a la Argentina entera, una se pregunta cómo es posible que una dictadura de 40 años, con más de 150.000 muertos como fue la de España esté aún sin juzgar y sea tratada de olvidar sin ningún tipo de reparación. La cuestión de la memoria histórica aún divide a la población española y cualquier intento de política al respecto es criticado desde los cimientos por los partidos políticos de la derecha más recalcitrante. Y es que, tal vez, aunque la historia haya avanzado, el ejemplo de la lucha popular de las madres de Plaza de Mayo nos puede servir de inspiración para reparar la memoria histórica de nuestro país, que sigue indudablemente manchada y difuminada por un sistema democrático que ampara a los mismos que causaron tanto dolor.