En los países occidentales, cuando hablamos de otras culturas, siempre caemos en el mismo error. Y es el de juzgarlas con nuestras gafas y sin entenderlas. Nos creemos por encima de esas otras culturas y tendemos a decirles cómo tienen que vivir sin importarnos si están de acuerdo o no. Y con el feminismo ha pasado lo mismo.
Nuestras preocupaciones respecto a las mujeres árabes se limitaban al velo, ignorando que tienen muchas otras cosas, y más importantes, por las que luchar. Y lo decidimos desde Occidente, sin escuchar ni una sola voz del feminismo árabe. Más tarde, para sentirnos mejor con nosotras invitamos al debate a las árabes que viven en Europa, pero seguimos ignorando a las que, desde Siria, Irán o Arabia Saudí, pelean día a día por los derechos de las mujeres.
Pero, aunque no las escuchemos, hay muchas mujeres dentro del mundo árabe dispuestas a reivindicar sus derechos y luchar por la igualdad.
Malalai Joya
Una de estas activistas es la afgana Malalai Joya. La política es conocida porque en 2003 se atrevió a denunciar ante la Gran Asamblea la presencia en el parlamento afgano de “narcotraficantes y señores de la guerra que deberían ser detenidos”. A pesar de que fue expulsada del parlamento por estas declaraciones, le sirvieron para adquirir peso en la opinión pública internacional.
Joya utilizó esta nueva posición para reivindicar los derechos de las mujeres en su país con declaraciones como “la situación de la mujer en Afganistán es un infierno. Muchas optan por el suicidio para escapar de la violación legalizada en la que se han convertido muchos matrimonios”. Su postura es tajante. “Vivo en un país de misóginos”.
Se atrevió incluso a ir más allá y señalar culpables del machismo crónico de su país. “En Afganistán no hay una democracia, es una farsa. Mientras en el Parlamento haya representantes de la Alianza Norte, aliados de Estados Unidos en la guerra contra el terrorismo, pero completamente antidemócratas, en Afganistán no habrá derechos para las mujeres”.
En 2009 le contó al periodista español Ramón Lobo que habían intentado matarla cinco veces y que estaba segura de que algún día lo conseguirían, pero que no iba a “renunciar ni callar ni marcharme. Mi lucha está aquí, en Afganistán”.
Y a día de hoy todavía no han conseguido callarla. Malalai Joya ha visitado muchos países occidentales donde ha ido sumando adeptos a su causa. Ha conseguido incluso que la vicepersidenta del Parlamento Europeo, Luisa Morgantini, hiciera público un escrito en el que mostraba su solidaridad con ella. También ha aparecido en la lista de las 100 personas más influyentes de la revista Time.
Shirin Ebadi
La abogada iraní Shirin Ebadi fue la primera iraní en ganar el Premio Nobel de la Paz en el año 2003. El jurado explicó que recibió este premio por “sus esfuerzos por la democracia y los derechos humanos”, con especial atención a la “lucha por los derechos de mujeres y niños”.
Ebadi comenzó su carrera en el mundo de derecho como presidenta de un Tribunal. Fue la primera iraní en ocupar el puesto. Sin embargo, tras la revolución islámica de 1979, se prohibió a las mujeres ejercer de juezas, por lo que se tuvo que limitar a ejercer de abogada en casos de divorcios y asesinatos. Varios años más tarde dio un paso más y se implicó en casos que tenían trascendencia política, lo que le costó la retirada de su licencia y una condena de cárcel, que se revocó a los pocos meses.
Esta activista se decidió entonces a ayudar al resto de mujeres de su país a través de varios libros y de un gabinete jurídico que fundó en 1992. También colaboró en la creación de las ONG Asociación de Defensa de los Derechos de la Infancia en 1995 y del Centro de Defensores de los Derechos Humanos en 2001.
Tras ganar el Novel de la Paz comenzó una gira por todo el mundo dando charlas y conferencias mientras que seguía luchando por los derechos de sus compatriotas. En 2008, en uno de estos coloquios, reconoció que había recibido amenazas que buscaban silenciarla, las cuales se extendieron a su hija. Además, el Gobierno iraní cerró el Centro de Defensores de los Derechos Humanos y sufrió el acoso de los partidarios del Gobierno.
En 2009 tuvo que exiliarse a Londres tras denunciar el fraude en las elecciones presidenciales y la gran oleada de detenciones de militantes políticos y activistas. Abadia acusó a las potencias occidentales de no hacer nada ante la violación de los derechos humanos en Irán, tras su impasividad al pedirles colaboración.
Sussan Tahmasebi
Sussan Tahmasebi es una iraní activista por los derechos de las mujeres y directora de la fundación FEMENA.
Tahmasebi ha sido arrestada en varias ocasiones por defender los derechos de las mujeres en Irán. En 2006 incluso fue condenada a una pena de 2 años de cárcel, sin embargo, fue puesta en libertad bajo fianza tras una apelación. Además, entre 2006 y 2009 se le prohibió viajar por ser considerada una amenaza contra la seguridad nacional.
En los años 2010 y 2011, Human Rights Watch le otorgó el Premio Extraordinario de Activismo Alison Des Forges por su trabajo defendiendo y protegiendo los derechos de las mujeres.
En 2017 creó la fundación FEMENA centrada en defender los derechos de las mujeres y apoyar a los activistas de esta causa en Asia, Oriente Medio y el Norte de África (región MENA). Esta asociación tiene como objetivo analizar y denunciar la situación en aquellos países y regiones donde las mujeres y los movimientos feministas no tienen espacio en la sociedad civil.
Samira Khalil
Samira Khalil es una siria defensora de los derechos de la mujer, activista y miembro del Partido Comunista de los Trabajadores. Estuvo cuatro años en prisión a finales de los 80 por mostrar oposición al Gobierno de Al-Assad donde fue torturada. Esta experiencia la llevo a fundar una editorial a su salida de prisión donde daba voz a todas aquellas familias que habían sido torturadas por el régimen sirio. Años más tarde se centró en ayudar a las mujeres de la región de Duma a emprender pequeños proyectos que les permitieran obtener ingresos y mantenerse de forma autónoma sin depender de ningún hombre.
Su carrera se vio truncada en el año 2013 cuando el Ejército del Islam la secuestró junto a otros tres iconos de la revolución siria. Desde entonces no se sabe nada de ella y muchos empiezan a dudar de que siga con vida.
Rana Ahmad
La activista Rana Ahmad es una defensora de los derechos de la mujer que comenzó a cuestionar el machismo de su sociedad desde bien pequeña, cuando sus padres se esforzaban en que fuera una buena musulmana y cumpliera con los preceptos de su religión. Con 19 años, tras un matrimonio concertado, buscó en Internet información para divorciarse y regresó a casa de sus padres. Internet también le sirvió para conocer la filosofía o el ateísmo a través de las redes sociales. En una entrevista aseguró que lloró cuando descubrió todas aquellas cosas que le habían ocultado durante tantos años.
Fue entonces cuando aquellas preguntas que se hacía de pequeña cobraron fuerza y le llevaron a darse cuenta de que era atea, algo castigado con pena de muerte en su país.
En 2015 huyó de Arabia Saudí e inició un largo recorrido por varios campos de refugiados europeos hasta llegar a Alemania. Si bien su plan original era llegar a Suecia, la falta de dinero y el cansancio le hicieron cambiar de opinión y comenzar una nueva vida en Alemania. Allí ha seguido con su lucha y su activismo. Tras varias entrevistas, fundó la asociación Asistencia a Refugiados Ateos en el año 2017.
El documental de 2016 “Leaving Islam” cuenta su huída de Arabia Saudí y cómo fue repudiada en los campos de refugiados por otros musulmanes por haber apostatado. En 2018 publicó su libro “Las mujeres no tienen permitido soñar aquí: Mi escape de Aabia Saudita y mi camino a la libertad”.
En el mundo árabe hay mujeres dispuestas a alzar la voz y poner el acento sobre los problemas que afectan día a día a las chicas musulmanas. ¿Por qué no las escuchamos? ¿Por qué no las ayudamos? ¿Por qué no dejamos que sean ellas las que decidan cómo tiene que ser la lucha feminista árabe?

Interesada en la política y las relaciones internacionales. Actualmente cursa un Máster de Periodismo Digital. Colaboradora con varios medios digitales.