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La llama del Europeísmo

Las últimas elecciones europeas celebradas en mayo de 2019 mostraban una tendencia de pérdida de apoyo a los grupos europeos tradicionalmente europeístas. En los últimos años los tres grupos parlamentarios tradicionales (Populares, Socialdemócratas y Liberales)  han sufrido un notable retroceso; la concentración de voto fue inferior al 63%, mucho menor a otras cifras alcanzadas históricamente (alrededor del 70%). Mientras tanto, la concentración de voto en los partidos euroescépticos aumentaba al compararla con los resultados de 2014.

Todas estas tendencias electorales parecen en un principio corroborar la afirmación de que el euroescepticismo en Europa está vivo y coleando. Pero puede no ser así.

 

Euroescepticismo se ha convertido en los últimos años en un término ampliamente utilizado, no por una mejor consciencia de su significado sino por un uso más elástico de la palabra. Aún en 2020 sigue siendo difícil determinar qué es el euroescepticismo. Hay una gran variedad de intereses, estrategias e ideológicas contrapuestas que convergen. Así podríamos acabar en un laberinto en el que Teseo se convierte en el Minotauro y el Minotauro en Teseo, reduciéndolo a la nada o extendiéndose al todo.

 

Encuentro más apropiada la clasificación que realiza Bertoncini, al afirmar que el euroescepticismo puede surgir de cuatros raíces, criterios políticos diferentes:

  1. Democracia
  2. Soberanía
  3. Identidad
  4. y liberalismo, austeridad y solidaridad.

Y añade, que podemos distinguir dos grados de oposición al proyecto europeo: los euroescépticos, que se oponen críticamente a algunos aspectos de la Unión y lo expresan con el ánimo de que se reforme, y los eurófobos que rechazan de plano la pertenencia a la UE. Siguiendo este argumento, tanto euroescepticismo como eurofobia están presentes, en mayor o menor grado, a lo largo de un gran número de grupos políticos europeos.

 

GB. England. London. Parliament Square. Brexit portraits. 2019.

Los argumentos utilizados por los favorables a la salida del Reino Unido de la Unión (control presupuestario, seguridad, control migratorio, representación internacional propia… ) podrían enmarcarse las ideas de soberanía e identidad.

Mientras tanto el euroescepticismo de izquierdas critica la falta de solidaridad dentro de la Unión Europea y su contribución a la liberalización del mercado y la erosión de los derechos de los trabajadores, así como del Estado de bienestar. Esto ilustra cómo de diversas son las posiciones críticas con el proyecto de integración europea.

 

Es cierto que en países como Francia o Italia, el fenómeno del Brexit puede haber contribuido a la reforzar el apoyo electoral a partidos como Agrupación Nacional o Liga Norte, ambos pertenecientes al grupo europeo Identidad y Democracia, que consiguieron posicionarse como los más votados en sus respectivos países en las últimas elecciones europeas. Mientras tanto, en muchos otros países el efecto ha sido el contrario: en Portugal, España, Dinamarca, Alemania e incluso en Grecia el apoyo a los partidos europeos tradicionales se mantiene o aumenta, al compararlo con 2014.

Concretamnete la situación griega ejemplifica muy bien esta hipotesis de cómo ha podido el Brexit frenar el euroscepticismo en el resto de Europa. En 2014 SYRIZA con un discurso encolerizado con respecto a la UE y sus políticas de austeridad, ganaba las elecciones europeas bajo el eslogan “La esperanza está el camino”. Años más tarde, en 2020 y tras un caótico proceso de negociación sobre el Brexit, la postura de SYRIZA respecto a la Unión ha cambiado drásticamente.

La misma evolución podemos apreciar en Podemos, que comparte con SYRIZA muchas cualidades ideológicas y electorales. En 2014 Podemos, con solo 3 meses de vida, sorprendía al hacerse con 5 eurodiputados bajo su campaña “¿Cuándo fue la última vez que votaste con ilusión?”. Sin embargo, en las últimas elecciones se presentaba un discurso mucho más europeísta que en 2014, pidiendo reformas como una mayor democratizaciones de las instituciones para mejorar el proyecto europeo (“Juntos podemos cambiar Europa”).

 

Parece que el Brexit ha hecho a cierta izquierda reconsiderar su posición respecto a la Unión, moviéndoles a posturas más reformistas y reafirmando su confianza en la integración, para no aparecer cercanos en la opinión pública o mediática a los argumentos xenófobos y nacionalistas del Brexit, valores que no son compartidos por su electorado.

 

GB. ENGLAND. London. Anti Common Market demonstration in London. 1972.

El proceso del Brexit ha sido largo, tortuoso y enormemente impredecible, comenzando en 2016 y finalizando con el reciente abandono de Reino Unido de la UE, que no será totalmente efectivo hasta finalizar el periodo de transición a finales de 2020.

 

Las encuestas[1] que muestran la evolución de la confianza de las ciudadanos en la Unión Europea entre los años 2014 y 2018, señalan una mejora de la percepción positiva de las instituciones europeas. El punto más bajo se sitúa en 2016, coincidiendo con el año de celebración del referéndum sobre el Brexit, pero desde entonces ha ido mejorando hasta que en 2018 alcanzara un 62% de ciudadanos europeos que opinan que la pertenencia a la UE es algo positivo para su país, el valor más alto desde 1992. Del mismo modo, las visiones negativas de pertenencia a la UE no han parado de descender desde 2016, llegando a su nivel mínimo en 2018.

 

 

 

Estos datos sostienen la idea de que el Brexit ha tenido el efecto contrario al que se proponía, reforzando el sentimiento de pertenencia de gran parte de los ciudadanos europeos y reduciendo la percepción negativa de pertenencia a la Unión. Aún así, algunos estados miembros continúan con altas cifras de rechazo al proyecto de integración, señal de que un proceso similar al Brexit podría no hacerse esperar en otros países. El Brexit ha avivado la llama del Europeísmo, solo queda ver cuánto resiste esa chispa y, sobre todo, a quién calienta. 

 

REFERENCIAS

Entenza Martínez, C. (2019). Has Brexit softened Euroscepticism across Europe?.

Bertoncini, Y., & Koenig, N. (2014). Euroscepticism or europhobia. Paris: Notre Europe.

Cini, M., & Pérez-Solórzano Borragán, N. (2016). European Union politics.

Leruth, B., Startin, N., & Usherwood, S. (2017). The Routledge handbook of Euroscepticism.

Taggart, P. (1998). A Touchstone of Dissent: Euroscepticism in Contemporary Western European Party Systems.

Taggart, P., & Szczerbiak, A. (2001). Parties, positions and Europe.

 

[1] Las conclusiones extraidas en este artículo parten de los datos de la encuesta europea elaborada por el Eurobarometro: “Parlameter”. En concreto, las respuestas a la pregunta: “En términos generales, piensa que la pertenencia de (su país) a la UE ha sido: algo bueno, algo malo o ni bueno ni malo?” y su evolución entre 2014 y 2018

 

 

 

 

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