Uno de los más importantes peligros de la historia, si no el que más, es el olvido. Y pocas cosas hay que representen esta idea, que el borrado sistemático que ha relegado al anonimato a destacadas figuras negras del movimiento obrero, dirigentes marxistas que tomaron conscientemente la decisión de ser radicales, levantándose contra las estructuras opresivas de su sociedad, y parecen hoy haber estado al margen, desaparecidos, de las filas de los movimientos socialistas del siglo pasado, tanto en Estados Unidos como en todo el mundo. La historia de los socialistas y comunistas negros son la base para entender el movimiento negro por la liberación.
Bien es cierto que, sobre todo en sus comienzos, las organizaciones marxistas tanto internacionales como norteamericanas estuvieron copadas por hombres blancos, lo que fue cambiando a medida que el propio socialismo evolucionaba y el calado de las reivindicaciones tanto de igualdad de las mujeres como de la población negra aumentaron.
La poca presencia de trabajadores negros en las organizaciones obreras a principios de siglo tenía una explicación sencilla; el Partido Socialista de América, desde su fundación en 1900, se había centrado únicamente en “los proletarios”, término que deliberadamente limitaba a los trabajadores industriales, en su mayoría blancos debido a las leyes de segregación. La población negra continuaba desarrollando trabajos esencialmente en el sector agrícola o de servicios, por lo que no entraban en contacto con organizaciones sindicales, volviéndose menos susceptibles de ser captados por organizaciones marxistas. Aún así, los trabajadores negros, en especial las trabajadoras negras, desarrollaron importantes tareas en el movimiento sindical estadounidense: promoviendo la huelga de aparceros de los años 30, huelga de empaquetadoras, la huelga de los tabaqueros… (Davis 2005).
El Partido Socialista, no reconocía la necesidad de una defensa específica de los derechos de los negros como grupo. Afirmaba que su objetivo histórico era organizar la lucha de clases socialista en Estados Unidos, sin comprender, como más adelante expondría el CPUSA (Communist Party of the United States), que para que la clase obrera estadounidense pueda armarse de fuerza revolucionaria es imprescindible luchar contra el terror racista.

USA. New York. 1935. Communists marching in the May Day parade.
Sobre todo a raíz de la Gran Depresión, que supondría la principal fuerza de despegue del Partido Comunista en Estados Unidos, el CPUSA fue el único partido capitaneando la defensa de los derechos de las personas negras. Aún así, la cúpula del Partido continuó siendo casi exclusivamente blanca y rehuyó posicionarse de manera específica en torno al problema de la opresión negra, basándose en el enfoque (que podríamos tildar de socialdemócrata) del daltonismo racial, hasta que la Comintern les forzó a abordar este tema (Zumoff 2012). Pese a esto, muchos de sus militantes demostraron tener una conciencia más profunda del racismo, adelantándose a la línea del partido.
A lo largo de los años se dieron interesantes debates sobre la raza. Algunas militantes comunistas negras defendieron que el papel del racismo es legitimar una mayor explotación hacia las personas de color. La propaganda racista podría ser calificada de expresión del poder dominante, cuya función es justificar la desigualdad para hacer de la población negra trabajadores más vulnerables a los que someter a peores condiciones laborales dentro de la explotación capitalista. Otros identificaron el racismo como una herramienta de manipulación para el distanciamiento y la división dentro de la propia clase obrera, dificultando su organización unitaria.
Es difícil afirmar la existencia o no de una “afinidad natural” entre la población negra y el socialismo. Aunque la resistencia de las personas negras es fruto de la lucha de clases, comienza con la imposición del esclavismo y continúa bajo la producción capitalista y el esclavismo asalariado, esta lucha no ha sido siempre deliberadamente política, mucho menos ideológica, al menos de manera consciente.

USA. Chicago. 1939. Communist Party USA meeting.
Entre 1930 y 1950 casi un millón de estadounidenses serían militantes del Partido Comunista. Aunque durante la primera mitad de siglo logró ejercer influencia en la vida política del país y tejer una fuerte red de apoyo alrededor del partido, la persecución gubernamental del macartismo marcada por la Guerra Fría y el aumento de poder del ala revisionista en la Unión Soviética, tuvieron efectos devastadores, y en 1956 muchos de sus miembros abandonaron para siempre la organización, condenándola a la residualidad.
La agenda política pasaba a estar protagonizada por el Movimiento por los derechos civiles, experiencias que se sumaron a siglos de resistencia y lucha política. El asesinato de Malcolm X en 1965 representó un punto de inflexión para aquellos participantes partidarios de la acción directa.

USA. Chicago, Illinois. 1969. The Black Panthers.
El Partido Pantera Negra, Partido Pantera Negra para la Autodefensa, se fundó en 1966, precisamente para proteger mediante la articulación de patrullas a los vecinos de comunidades negras de los linchamientos racistas y la brutalidad policial. Pronto se empezaría a impregnar de teoría marxista y a dotarse de su propia estrategia revolucionaria, que les diferenciaría de otros grupos nacionalistas negros, al afirmar que, aunque necesaria, la cultura y la imaginería popular negra no eran medios efectivos para acabar con las injusticias que sufrían sus comunidades; el desempleo, la pobreza y la exclusión son males materiales que tienen su origen en el capitalismo. Así elaborarían su conocido “Programa de 10 puntos” en el que se refleja como su concepción acerca de la justicia social, pasa inevitablemente por la abolición del sistema económico capitalista.
Las simpatías que el Black Panther Party empezó a cosechar a lo largo del país, superando al Partido Comunista, despertó la preocupación de las autoridades norteamericanas, en especial al FBI, que bajo el pretexto de considerarlo un grupo comunista (y por lo tanto anti-americano) acabarían deteniendo y asesinando a muchos de los líderes del partido, como Fred Hampton. La represión del FBI y los programas de contrainteligencia, su versionado macartismo, lograron finalmente desactivar el partido al entrar en la década de los 80.
Sin embargo, el legado de las panteras negras ha sobrevivido en la cultura popular de todo el mundo. En las últimas décadas ha habido varios intentos de revivir la organización, llegando incluso a crear el Nuevo Partido Pantera Negra (New Black Panther Party) a comienzos de 1990, objeto de múltiples acusaciones y críticas incluso por parte de antiguas panteras.
Hoy, en las protestas por el asesinato de George Floyd a manos de la policía podíamos ver desfiles con los atuendos tradicionales de las panteras negras. Quizás estemos presenciando un nuevo resurgir del partido que armó a las comunidades negras.

Codirector de Ideas en Guerra. Politólogo y jurista por la Universidad Carlos III de Madrid. Fue dirigente estudiantil por la educación pública, gratuita y de calidad. Buscando alternativas igualitaristas a la crisis climática. Colabora en distintos medios digitales.