Ayer se enfrentaron dos proyectos de España. Perdió la idea reducida de España, de una patria agresiva y axfisiante para los que están y llegan a nuestro país. Ganó, por lo tanto, la España -o las Españas- que simboliza la apertura, el progreso y la inclusión. España volvió a vivir una jornada histórica que ha de ser recordada por diferentes hitos y realidades entre las que destacan la victoria socialista, derrota del partido popular o la alta participación.
Victoria del PSOE
El PSOE vuelve a ganar unas elecciones generales tras 11 años. El temor a la suma de la derecha, ya conocida comúnmente como “trifachito”, promovió la movilización y la victoria del bloque progresista. Sin embargo, al analizar este buen resultado electoral, que pone fin a la pérdida contínua de apoyos que experimentaba la formación socialista desde 2011, hay que ser consciente de la situación de excepcionalidad en la que se enmarcan estos comicios; la que había sido anunciada como una espectacular entrada de la extrema derecha en el parlamento español sirvió para movilizar apoyos pragmáticos de votantes de izquierdas.
Más que de voto útil, sería adecuado hablar de voto prestado, voto cedido de electores de otras formaciones al Partido Socialista con la finalidad específica de que no se produjera el resultado que muchas encuestas auguraban. Los próximos comicios autonómicos, municipales y europeos servirán para comprobar si se altera, y en qué medida, las fuerzas actuales de los partidos, o dicho de otra manera, si ese voto prestado vuelve a la formación preferida por el elector, tras confirmar el debilitamiento de la amenaza que le llevó a cambiar su voto. La reducción del peligro, junto con el posible desplazamiento del PSOE a un centro liberado abandonado por Ciudadanos, que compite con el PP por el liderazgo de la derecha, podría provocar la vuelta de esos votos cedidos a Podemos, y la alteración de las mayorías actuales.
Triunfo de la plurinacionalidad
Los nacionalismos de ERC y PNV y Bildu, que lograron sus mejores resultados, fueron los grandes ganadores de estas elecciones junto al PSOE. En frente, una derecha a la que la irrupción de Vox ha terminado por debilitar, y se encuentra fragmentada y descabezada.
Resulta casi poético que la reacción a la extrema derecha españolista haya sido un fortalecimiento de los partidos identitarios, nacionalistas. La combinación del eje nacionalista y el eje de izquierdas, representado en el excelente resultado electoral de ERC y el aumento de Bildu (que dobla su representación), pone rostro a la movilización masiva en comunidades tradicionalmente caracterizadas por tener una distinta concepción de Estado y con una identidad política diferenciada.
Paradójicamente la “España Viva”, ha dado vida a la España plurinacional.
Entrada de la ultraderecha en el Congreso de los Diputados
Anoche entre la euforia en Ferraz y el “canta y no llores” cantado por un grupo de mariachis ante Génova, sede del Partido Popular tenemos que centrar nuestro análisis en la presencia que en la próxima legislatura tendrá el partido ultraderechista VOX en el Congreso de los Diputados. Lo que conlleva a que España deje de formar parte de ese reducido grupo de parlamentarios europeos en los que no había presencia de partidos extremas de derechas. El congreso de los Diputados se aleja de Westminster o de la Asambla portuguesa y se acerca al parlamento italiano y francés. La amenaza del auge de la ultraderecha en nuestro país ha sido una de las novedades que han condicionado y protagonizado la pasada campaña electoral. Una amenaza que se ha hecho fehaciente motivada por la división del voto de derechas y la cuestión catalana.
Desplome del Partido Popular
Después de conocer los resultados electorales, debemos evitar caer en un error típicamente español: enterrar políticamente al adversario antes de tiempo. Pese a la derrota estrepitosa a la que deberá hacer frente el Partido Popular, no se debe subestimar la capacidad regenerativa y de supervivencia de este partido.
Si por algo ha destacado esta formación a lo largo de la historia es por saber adaptarse. Si estos resultados nos recuerdan a etapas aliancistas, es decir, más propios de Alianza Popular que del Partido Popular, también debemos recordar el éxito que tuvo la transformación de dicha formación. El PP es un partido que tiene muy institucionalizado el proceso de adaptación, y no es casualidad que ayer al conocer los resultados, voces anónimas de Génova hablarán de la necesidad de un giro al centro, una comisión gestora o una refundación; reproduciendo el proceso que dio vida a su partido.
En esta nueva legislatura veremos si el nuevo PP sabe reinventarse e implementar nuevas estrategias de supervivencia, como supieron hacer sus predecesores, o terminan ahogándose en su derrota y sumidos en una futura crisis de liderazgo.
Amargo resultado de Unidas Podemos
Unidas Podemos ha visto drásticamente reducidas sus fuerzas parlamentaria pero no obstante a pesar de ser la cuarta fuerza política las estrategias del PSOE y el ser el socio primordial de éste, les puede permitir acceder incluso al gobierno. Por lo que si UP consigue sentarse en la bancada azul no podrá hablarse de fracaso sino de horizonte morado. También quizás sea el momento de abrir el debate sobre la estrategia política y liderazgo dentro de Unidas Podemos.
El reforzamiento de Ciudadanos
Al igual que Podemos en 2016 que no superó al PSOE, Ciudadanos se quedó a las puertas del sorpasso al PP, aunque sigue vigente la lucha por el liderazgo del centro derecha. Y es que, la formación naranja ha aumentando en 35 escaños lo que ha provocado que Cs se quedase a penas a 200000 votos de superar a Casado y sus fieles. Todo ello viene provocado por la capacidad camaleónica de Rivera de combinar un perfil de derecha con una identidad moderna y no necesariamente conservadora. No obstante, a pesar de los buenos resultados de C’s, estos no han cumplido sus dos principales objetivos durante la campaña; superar al PP y echar a Sánchez de La Moncloa, lo que hace que anoche se notase una victoria amarga en los rostros de los naranjas.
Alta participación electoral
La estrategia de los partidos de izquierdas-principalmente-se sustentó en la idea de que una alta movilización ciudadana sería el punto de partida para obtener unos resultados satisfactorios. Hoy, con los datos de participación total, podemos decir que tal objetivo se cumplió. Se alcanzó el 75,75% de participación, lo que supuso el porcentaje más alto desde las elecciones generales de 2004 en las que se alcanzó el 77,26%, celebradas días después de los trágicos atentados del 11 de marzo. No obstante, no se alcanzó el máximo histórico recogido en 1982 con un 79,97% y que otorgó la mayoría absoluta histórica de 202 diputados al PSOE. Además, el alto porcentaje de participación pudo provenir de una alta participación política de sectores tradicionalmente abstencionistas, mujeres y jóvenes, menos favorables a votar a la extrema derecha.
CIS; otro protagonista más
El ganador de las elecciones, del que ya pasará a la historia como 28A, tiene nombre y apellidos: José Félix Tezanos. El sociólogo y actual presidente del CIS que había sufrido en los últimos meses múltiples críticas y acusaciones de intentar favorecer al Partido Socialista en sus encuestas, vio como el resultado de ayer confirmaba sus predicciones
El parlamento más paritario de la historia de la democracia
Los resultados electorales nos han dejado otro hito histórico en lo que a materia de igualdad se refiere; la constitución del Parlamento más paritario de la democracia con un 41,1% de mujeres en contraposición al 59,2 % de hombres. Lo que muestra que a pesar del aumento de mujeres en la cuesta de “San Jerónimo” aún no se ha alcanzado una paridad real. Si analizamos el número de diputadas dentro de las formaciones políticas. El partido con más porcentaje es Unidas Podemos, seguido por PP y PSOE.
Todo lo anteriormente expuesto nos permite establecer que la alta movilización junto con la combinación de la fragmentación en el voto de derechas ha permitido el triunfo de las izquierdas y por lo tanto ha supuesto, también, el freno a los tres líderes de Colón; Casado, Rivera y Abascal. Ayer, jóvenes así como mujeres y hombres de todas las edades entendieron la trascendencia de estos comicios electorales, salieron a votar y derribaron el muro de de la “Triple Alianza derechista”.
España demostró una vez más, que ante la oportunidad de progreso o involución, prefirió avanzar en derechos y libertades. Pero, no hay que olvidar, que tras la euforia de la noche electoral llega el análisis de la realidad y con ello destacar la presencia de la ultraderecha en nuestro parlamento de nuevo tras los primeros tiempos de la Transición. Pues la mera constatación de que las derechas no sumen es motivo de celebración. Vox ha logrado más de dos millones de votos, lo que conlleva que una tenga fuerza parlamentaria suficiente para influir aunque no tan representativa como se esperaba, suponiendo solo el 7% del total de 350 representantes.
Por otro lado, la victoria de Pedro Sánchez se debe en gran medida a la pelea interna entre las derechas. Además el posicionamiento negacionista al PSOE por parte de Ciudadanos ha permitido dejar el centro del espectro político libre para los socialistas. Estos deben ahora tratar de forma inteligente sus futuros acuerdos de investidura o legislatura. Pedro Sánchez ha de escuchar a los que ayer gritaron “con Rivera no” a las puertas de Ferraz pues un pacto con C’s supondría el hacer volver a éste al centro político donde el PSOE se erige en solitario y triunfal. El PSOE debe buscar el diálogo con las fuerzas de izquierdas y dejar a las derechas enzarzadas jugando al juego de la silla.
Hemos ganado al miedo, pero el monstruo no se ha ido.
Ángel Muñoz Muelas
Carlos Entenza Martínez